Discurso de la marcha del Orgullo, Hackney

Marcha del Orgullo LGTTBI, Santiago de Chile, 2010
Marcha del Orgullo LGTTBI, Santiago de Chile, 2010

Transcripción del discurso pronunciado en la marcha del Orgullo de Hackney por Jamrat Mason. Uno de los párrafos no estuvo en el discurso original por cuestiones de tiempo y se ha incluido más abajo en cursiva.

Submitted by M. on December 3, 2010

Mi nombre es Jamrat Masonn y tengo vagina. Soy parte del activismo comunitario del este de Londres, pero hoy vengo a hablar “como sujeto trans” acerca de cuestiones transgénero. El término “transgénero” es un amplio término que se refiere a un gran espectro de gente que de alguna forma da un viraje respecto al género escrito en su certificado de nacimiento. Por lo tanto, no puedo de ningún modo ser representativo de las personas transgénero. Solo puedo hablar del mundo como lo veo desde mi lugar como transexual.

Soy un tranny [N. del T.: Travesti, en su registro informal] suertudo. En primer lugar porque estoy vivo. Y segundo, porque tengo una familia que me ama. Es algo que no debería ser de suerte, pero en estos tiempos lo es. Mi experiencia personal es absolutamente única, así que creo que debería darles una rápida historia: a los 3 años, mi primera oración fue “Soy un chico”, a los 7 años, cuando aún estaba convencido de que era verdad, mis padres me llevaron a un sicólogo. El sicólogo dijo que probablemente tenía “Disforia del género”. Mis padres hablaron con mi escuela y se me permitió cortarme el cabello y vestirme con uniforme de chico. Cuando tenía 8 fui derivado a un especialista en Londres (del NHS [N. del T.: National Health System, sistema de salud pública inglés]) al cual asistí hasta los 18. Cuando tenía 12 cambié legalmente el nombre por el que mi abuelita había pagado. Así, he vivido como hombre desde que tenía 7 u 8 años. Atravesé una pubertad absolutamente femenina y finalmente conseguí testosterona a los 21. Me hice cirugía a los 22. Hoy tengo 24 años, así que he lucido de esta forma por algo así como 2 años.

No es mi intención simplemente pedir la aceptación autocomplaciente de las personas trans, pedirle a la gente que solo deje de insultarnos o darnos palizas… Quiero hablar de la transfobia como un tema que nos afecta a todos y del que todos podemos formar parte en combatirlo. Debemos, como sociedad, mejorar respecto al género.

En el útero, todos comenzamos siendo de sexo femenino. Los que salen siendo pequeños niños cambian durante el embarazo cuando la testosterona es introducida. El clítoris crece y se convierte en pene, y los labios se vuelven escroto. Las woman [mujeres] son llamadas de esa forma porque están hechas para ser como hombres, pero con wombs [úteros]: womb-man. Pero, en realidad, los hombres son mujeres con clítoris grandes. Bigclits. La mayoría de las personas nace o bien con vagina o bien con pene, pero hay algunas que están en algún lugar entremedio: estas personas son ‘intersexuales’. Apenas nacemos, niños y niñas somos tratados de forma drásticamente diferente: a los chicos se les dan legos, a las chicas se les dan muñecas (y luego la gente se pregunta acerca de la falta de mujeres ingenieras); a las chicas se les alienta a cuidarse y hablar acerca de sus sentimientos, en tanto a los chicos se les dice que deben ser fuertes, duros. Todo niño y niña, hasta cierto punto, debe forcejear con la diferencia entre lo que es y lo que un Verdadero Hombre es, lo que una Verdadera Mujer es. Cada cuerpo sufre la invención del Hombre y la Mujer. Y me considero a mí mismo como una víctima extrema de esto: no me considero realmente hombre, pero sé, violentamente, que no soy una mujer. Creo que la gente trans generalmente es una víctima extrema de este problema.

La sociedad está organizada en hombres y mujeres y yo no encajo en ninguna de estas categorías. Si tuviera que ir a la cárcel, podría bien ser un hombre en una prisión llena de mujeres, o un hombre con vagina en una prisión de hombres, en donde la privacidad no es precisamente una prioridad. Si fuera arrestado y registrado exhaustivamente tendría la oportunidad de escoger entre un oficial hombre o una mujer policía. Pero no soy hombre, no es ése mi sexo, yo soy transexual. Existe hoy un Certificado de Reconocimiento de Género de forma que puedo ser reconocido tanto como Hombre como Mujer por el Estado. Pero no soy Hombre ni Mujer, soy transexual. Podría ser tratado como un hombre, ir a una prisión de hombres, ser registrado por un oficial hombre, casarme con una mujer. Pero no quiero casarme, no quiero vivir en una sociedad en la que la gente es enviada a prisión y registrada exhaustivamente por la policía. No quiero creer en llevar adelante una batalla en la que pidamos al gobierno que se encargue de nosotros más eficientemente, que nos oprima mejor. No quiero ser integrado de mejor manera a un sistema corrupto, quiero algo totalmente diferente. Quiero ser parte de crear un nuevo mundo.

El prejuicio hacia los hombres trans, eso soy, está basado en la idea de que estamos tratando de entrometernos en el privilegio de ser hombres, privilegio que no merecemos, pues somos incompetentes, no tenemos penes, y si los tenemos, son o raros y pequeños o una mierda. Somos hombres incompetentes, con culos grandes y pilines de mierda.

El prejuicio hacia las mujeres trans está basado en la idea de que se están degradando, que son chistosas, una broma. ¿Por qué querrías ser mujer? Estás descendiendo un escalón en la sociedad.

De esta forma, la transfobia tiene sus orígenes en el sexismo. Algunas personas creen que las mujeres trans no tienen la posibilidad de saber lo que es ser una mujer porque no han vivido el sexismo. Pero la transfobia que reciben las mujeres trans ES sexismo, ¡multiplicado por cien!

Algunas personas dicen que los hombres tans están meramente intentando escapar del sexismo al volverse hombres. Déjenme decirles que cuando eres transexual no escapas de él, sino que eres empujado directo a un enorme pantano de sexismo. Cuando vives ambas caras e incluso más, comienzas a ver el sexismo, te das cuenta de él cuando otras personas no lo hacen. Cuando juegas con el género, eres testigo del flujo de poder.

El sexismo, y más específicamente esta forma de sexismo que es una reacción al desvío de género de las personas –no ser un Hombre Correcto, o una Mujer Correcta –, es algo que parece ser ignorado. Ocupa un lugar importante en la homofobia: un chico gay, que es muy masculino y hábil con sus puños, no es usualmente matoneado en el colegio. Los chicos de las escuelas normalmente no ven lo que sus compañeros encuentran sexualmente atractivo, sino que ven cómo se comportan. Los chicos afeminados son matoneados por ser afeminados, y las palabras que utilizan los muchachos son gay y batty boy [N. del T.: forma peyorativa para referirse a los chicos homosexuales], pero lo cierto es que están siendo acosados porque no actúan como Hombres Verdaderos. Esto es sexismo, pero lo llamamos homofobia. Y cuando lo llamas homofobia, ¿qué organizaciones están allí ayudando al chico heterosexual afeminado? Se le dice que está bien ser gay, pero nadie dice que está bien ser un poco afeminado. Es este el mismo acoso que las personas transexuales sufren en extremo, pero no está de ningún modo restringido a nosotros.

Lo que experimentan las personas transgénero está al filo de algo peor –y es un extremo letalmente afilado: el sitio web del Día de la Memoria Trans [Transgender Day of Remembrance] muestra que en 2009 se reportaron 130 asesinatos de personas trans -, pero es un problema universal, enraizado en el sexismo, que nos afecta a todos y en contra del cual todos podemos tomar parte.

La invención del Hombre y Mujer Verdaderos es algo consagrado en la economía. Desde el momento en que alguien tiene que trabajar toda la semana para obtener un salario, para sobrevivir, y desde que tenemos bebés de los que hay que ocuparse, alguien más tiene que trabajar en casa y educar bebés gratis. Por el momento, la mayoría de las veces el hombre trabaja a tiempo completo y la mujer trabaja gratuitamente en el hogar. Es el trabajo no pagado el que mantiene funcionando al sistema en su totalidad. Quítalo y todo esto colapsará. Pero ello no cambiará dándole vueltas al género, o trocándolo y volviendo el patriarcado en matriarcado, o mezclándolo, o tomando turnos… o pagándole a otra mujer el salario mínimo para que haga el trabajo por ti. Mientras este sistema continúe, alguien tendrá que trabajar en casa de forma gratuita. Y esta es una de las más fundamentales injusticias que constituyen la base de nuestra economía. Hasta que las personas trans sean capaces de señalar que estos no son dos roles naturales inmutables, el liberal ruego de tolerancia no será la fuerza que los derribe.

Quiero volver a esta idea de que necesitamos, como sociedad, como comunidad, mejorar respecto al género. La transición desde un rol de género a otro no tiene que ver únicamente con cirugías. De hecho, la cirugía juega un papel ínfimo en ello. La mayor parte de esta transición es social, pues los roles de género son sociales. Como mencioné anteriormente, viví por 12 años como hombre sin cirugías ni hormonas en lo absoluto. Encajo actualmente en la categoría de masculino porque la gente puede llamarme “él” y considerarme un hombre. El hecho de que esa transición sea social parece ser olvidado por la mayoría de las personas. Cuando alguien se declara trans, la gente espera a que sea lo suficientemente “amachado” o “afeminado” como para convencerlos. La responsabilidad está puesta en la persona trans, que debe “actuar como un hombre” o “actuar como una mujer” para que su identidad sea respetada. Esto a menudo quiere decir que los hombres trans somos recompensados por actuar como machos idiotas, pues solo entonces el resto respetará nuestra identidad. Debiera ser responsabilidad de todos el respetar la identidad de alguien, el formar parte del camino de hacerlos sentir cómodos consigo mismos.

¿Qué es lo que queremos con nuestras Marchas de Orgullo y nuestro activismo?

¿La libertad de caminar por la calle vestido como quieras, besando a quien te guste, emparejado por los sectores caros del centro y oeste de Londres? ¿Qué hay de besarse en Clapton, Stratford, East Ham? ¿Qué hay acerca de ser libres en nuestras comunidades de clase obrera, en donde de hecho vivimos? ¿Cuándo seremos libres de expresar nuestro amor, nuestro género, nuestros cuerpos sin el miedo de ser apaleados por bandas de adolescentes? ¿Y qué hay acerca de esos adolescentes, nuestros vecinos? ¿Cuándo ese adolescente se sentirá libre de mamársela a su amigo, o de usar un vestido, sin el miedo de ser completamente rechazado o sin pensar que eso lo hará ser una persona totalmente distinta?

Puede ser tentador para aquellos homosexuales de clase media que han alcanzado su libertad, que caminan felizmente de la mano por su pequeña calle en Hampstead, ser egoístas y no juntarse con los trans, con nosotros los desviados, con nosotros los maricones de clase obrera en áreas como Hackney, que aún viven rodeados de homofobia, transfobia y sexismo. Pienso que podemos ver esa tentación cuando vemos en lo que el Orgullo de Londres se ha convertido. Y por eso es importante tener eventos como éste, para mantener nuestro activismo local y no aceptar nada menor a la completa y absoluta libertad.

Traducción por Martín Alvarez.

The original (and the english version) of the speech here

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