Supongo que mi historia dista mucho de ser habitual. Comienza cuando era un adolescente, que aún no había cumplido los 18 años y estaba enfadado con las condiciones socioeconómicas de su comunidad.
Al crecer en zonas republicanas irlandesas de clase trabajadora, era inevitable que estuviera intensamente expuesto a esa ideología y a su propaganda. Afirmaba que todos los males de la sociedad irlandesa podían achacarse a la injerencia del Estado británico y que sólo un Estado socialista independiente podía ofrecer una solución. La historia, el romanticismo y la ya fuerte influencia de la comunidad fueron difíciles de resistir. Había encontrado mi respuesta.
Al ser joven e inexperto, mi participación fue bastante lejana. No fue mucho más que asistir a protestas callejeras y distribuir propaganda. Aunque mi papel era menor, el Estado no lo veía con buenos ojos. Me había atrevido a desafiar su statu quo; ahora era un objetivo legítimo.
El 9 de marzo de 2008, el Ejército Republicano Irlandés de Continuidad (CIRA) tendió una emboscada a un convoy del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI) y mató al agente Steven Carroll. En respuesta, el Estado se lanzó en picada: haciendo redadas y detenciones. Me retuvieron e interrogaron durante 14 días antes de enviarme a la cárcel. Finalmente fui condenado por mi participación en el ataque en un juicio sin jurado y se me impuso una pena de cadena perpetua con una sentencia mínima de 18 años de prisión. Yo tenía 17 años en ese momento y no tuve ninguna participación en los acontecimientos de esa noche. El Estado necesitaba una victoria contra lxs republicanxs armadxs y, como chivo expiatorio, yo encajaba.
Mientras estuve en la cárcel, mi lugar natural fue entre otrxs activistas republicanxs encarceladxs. A lo largo de los años, nos comprometimos colectivamente en la lucha carcelaria, soportando las duras condiciones y la brutalidad para hacernos valer como presxs políticxs y mejorar nuestra calidad de vida. Tuvimos algunos éxitos, pero se tomaron ciertas decisiones tácticas que, junto con las dificultades internas, creo que socavaron el progreso.
A lo largo de los años de lucha, mi visión política maduró y mi comprensión de conceptos como libertad y dominación se profundizó. Empecé a reconocer que el republicanismo tenía una visión muy estrecha del mundo y una cultura autoritaria muy arraigada. Me convencí de que cualquier Estado irlandés independiente, socialista o no, sería tan perjudicial como el Estado británico.
Así que, después de unos 7 años de vida como prisionero republicano, empecé a sentirme incómodo con la etiqueta republicana. Me adentré en ideas más libertarias y finalmente abracé el anarquismo.
En consonancia con mis nuevos valores, dejé la comodidad de la comunidad de presxs republicanxs y entré en la población de presxs «ordinarixs». Fue una decisión difícil, ya que dejaba atrás no sólo una ideología y una cultura con las que no estaba de acuerdo, sino también a buenxs amigxs y compañerxs.
Ahora, en la población penitenciaria general desde hace varios años, me siento orgulloso de llevar las ideas del anarquismo a otras personas que se encuentran oprimidas en nuestra sociedad y de promover la comunidad, la solidaridad y el apoyo mutuo.
Sigo haciendo lo que puedo para promover un cambio positivo. Sigo desafiando mi actual encarcelamiento y luchando contra el Estado y las diferentes formas de dominación. Con el apoyo de mi familia, la solidaridad de otrxs activistas y el apoyo mutuo de mis compañerxs de prisión, puedo seguir adelante y enfrentarme a los actos represivos del Estado. No permitiré que me dobleguen y continuaré con mi rabia en mi camino.
John Paul Wootton
Davis E3
Maghaberry Prison
BT28 2PT
Irlanda del Norte/Reino Unido
[Nota: aunque no se menciona en esta declaración, recientemente se ha sabido que un agente estatal encubierto estuvo involucrado en la infiltración y el debilitamiento de la Campaña de Justicia Craigavon 2. Consulte JFTC2.IE o JFTC2 en facebook para saber más sobre la campaña de justicia].
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